

2219
¿Cómo puedo hablar del desarraigo? Según el diccionario, ‘desarraigo’ significa arrancar de raíz una planta, pero también significa extinguir, extirpar enteramente una pasión, una costumbre o un vicio.
Muchos migramos por necesidad de cambio, de oportunidades o porque simplemente no tenemos otra opción. Desde la distancia he sido testigo, como tantos venezolanos, de los cambios de nuestro país… todos sabemos, de una u otra manera, la situación de Venezuela, sin embargo, y esto es importante, hay una voz colectiva que no solo es testigo de los cambios abruptos del país y de la sociedad venezolana, sino que también expresa su crisis, su descontento, su desarraigo.
2.219 kilómetros separan a Venezuela y Colombia, pero, de la misma manera, 2.219 kilómetros los unen. Esa es la longitud de la frontera compartida, Un lugar de encuentros, diálogos, mezclas, intercambios y múltiples conflictos. Este lugar, como todos los lugares en ambos países, comparten tres colores esenciales, el amarillo, el azul y el rojo, los colores de ambas banderas nacionales. me gusta pensar que es a partir de esos tres colores primarios que se pueden crear todos los demás. son, entonces, la base para conformar una realidad más compleja.
Durante 7 años, mientras vivía en Bogotá, Colombia, estuve trabajando en este proyecto, que terminó llamándose 2219. Es un proyecto donde reflexiono sobre el viaje físico y emocional que implica para muchos huir del país de origen y estar expuesto a vivir entre dos realidades: aquella que se deja atrás —los afectos, las pertenencias, los sabores, los olores—; y el lugar de ‘destino’, un nuevo espacio.
El proyecto, que también se convirtió en libro en 2018 tras ganar la convocatoria de Fotolibro Latinoamericano del Centro de Fotografía de Montevideo en Uruguay, está compuesto por retratos, y paisajes tanto idílicos como limítrofes —cargados de diversos contenidos políticos, históricos y sociales—. Durante los 7 años del proyecto, mi archivo fotográfico se fue convirtiendo en materia prima para ser despedazado, transformado y vuelto a unir pedazo a pedazo, de tal manera que representaba el quiebre, el desasosiego y por supuesto lo binacional. El collage se hizo presente como sentimiento de ruptura, pero también como reparación, como un empezar de cero.




















El libro 2219 está compuesto por 3 librillos contenidos en una caja. Cada librillo utiliza un recurso formal diferente con la finalidad de transmitir al lector una experiencia cambiante, activa y compleja.
El primero, el amarillo, representa el viaje de los migrantes, un viaje simbólico y paisajístico entre Venezuela y Colombia.
El segundo libro, azul, explora los nuevos espacios habitados en Bogotá, ofrece espacios ocultos en la memoria y la apertura a una nueva identidad híbrida.
El tercero, de color rojo, expresa la violencia y el duelo a través de identidades fragmentadas, rostros descompuestos y rotos.
