

Construcción para un álbum
La pieza instalativa Construcción de un álbum presenta una mesa de disección o de montaje donde abordo el presente estableciendo una nueva relación con mi territorio de origen, Venezuela, y con esa sensación de hogar perdido, en contraste con el sentimiento de extranjería y alienación.
Concibo la mesa o estrado como un espacio femenino que sugiere cierta relación con lo doméstico. Allí, los objetos se disponen de manera temporal y pueden modificarse, corregirse o replantearse, proponiendo relaciones efímeras y significados múltiples. Hay un deseo de reconfigurar la memoria y un sentimiento de resistencia que renuncia a lo definitivo, a la totalidad.
Me sumerjo en la revisión de mi álbum familiar, archivos fotográficos y libros pictóricos de artistas clásicos para subvertir sus contenidos como estrategia de resistencia frente a los discursos dominantes de control patriarcal. Vincular este material, sin relación aparente, me permite hacer una relectura del mundo: conectar fragmentos dispares, crear nuevas relaciones íntimas y secretas. Construyo una cartografía de hábitos, metáforas, enfermedad y relatos disfuncionales a través del collage. Mi trabajo se materializa en una suerte de escenificaciones de dramas autoetnográficos o epifánicos. Intento representar la vida de manera poética para reflexionar sobre cómo hemos vivido en el pasado y transformar nuestras dinámicas y formas de vida.
Las flores juegan un papel muy importante como hilo conductor de las emociones y estados de ánimo.
Históricamente se les ha atribuido muchos significados simbólicos a partir del silencio, la vulnerabilidad y los secretos… pero además las flores representan de manera elocuente la vida y el transcurrir del tiempo.
* Esta pieza instalativa forma parte del proceso creativo de El álbum de las flores que hablan.







